sábado, 27 de abril de 2013

Aqui empezó todo...


A veces uno mira hacia atrás y le parece que parte de su vida no pudo ocurrir exactamente como la recuerda. Hay cosas que son demasiado surrealistas para ser ciertas. Si alguien de los que compartió mi realidad tiene los mismos recuerdos, le ruego que los confirme solo para saber que no lo he soñado.  

A base de mucho esfuerzo, mis padres lograron comprar un pedacito de terreno en la calle Navia del barrio de San Isidro en Benavente. Años más tarde supe que el rio Navia era un rio asturiano y que la calle Navia no era tan grande ni tan pendiente como me parecía en aquellos momentos.

A lo que iba, que me pierdo. El destino de ese pedacito de tierra (no sé por qué creo que recordar que era de 40 metros cuadrados) era ser el garaje para el coche. Muy posiblemente un Ford Fiesta Balear a estrenar que para nosotros en aquel entonces no tenía nada que envidiarle a un Audi de alta gama de los de ahora. Lo que no entiendo...es como surgió la idea de criar conejos en aquel reducido espacio. Ahora me pregunto si fue un plan preconcebido (que manda cojones) o fruto de un mal cálculo que dio como resultado un cubículo de unos 10 metros cuadrados en los que fueron a parar los animales. En un abrir y cerrar de ojos mi padre hizo unas jaulas al estilo chino (copiadas a machete sin pagar propiedad intelectual) y no sé de dónde coños sacó tres o cuatro conejas (posiblemente de un amigo que conocía a un amigo que a su vez...ya se sabe cómo funcionan estas cosas. Bueno, como funcionaban antes de la era de la red de redes).

Total, que tu entrabas por la puerta desde la calle Navia y con lo primero que te encontrabas era con el Ford Fiesta Balear...te adentrabas por su derecha y allí estaba la puerta que daba a la factoría animal en cuestión...

Una de las cosas más fascinantes que allí ocurrían sin duda, era el apareamiento. Para el apareamiento era importante llevar a las conejas al conejo para que este no se estresase. Está claro, que los conejos como los hombres somos "fodongos" por naturaleza...la coneja aterrizaba en la jaula, y se quedaba inmóvil....el macho la olisqueaba por un lado, por el otro;  daba varias vueltas, se subía encima, empezaba a bombear a velocidad de vértigo y se caía de lado a los pocos segundos por el éxtasis orgásmico...

Así que la pobre coneja. Ni siquiera se enteraba. Estaba amamantando a su camada y ya estaba preñada otra vez! (maravillas de la naturaleza...pocos animales tienen esa capacidad para encadenar gestaciones como el Real Madrid copas de Europa)

Los conejos comían algo de alfalfa, si...pero sobre todo alimento concentrado de Purina que según mi padre era el mejor pienso en el mercado. Mi padre es un hombre de ideas claras. En su mente no hay lugar para la relatividad y por eso le ha ido bien. Las cosas son buenas o malas y las respuestas son sí o no. Cuando uno empieza a amariconarse con conflictos está acabado. Y tiene toda la razón, que cojones!

Esta historia me ha venido a la mente porque esta semana, viajando por Gringolandia (que por cierto es un gran país a pesar de todo) he pasado junto al lugar en que todo empezó. Me refiero al lugar en que Purina fue fundada. Mis colegas estadounidenses me han advertido al pasar al lado del punto exacto en el que la primera fábrica de piensos fue instalada y justo en ese momento, me han venido a la mente el Ford Fiesta, el garaje, la calle Navia y los días que mi padre y yo pasamos despellejando conejos.
A pesar de los años pasados…yo juraría que todo fue cierto.